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EL LIBERAL . Viceversa

EL CLUB DE LECTORES DE CUMMINGS

Por Guillermo Zimmerman.

28/01/2024 06:00 Viceversa
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EL CLUB DE LECTORES DE CUMMINGS EL CLUB DE LECTORES DE CUMMINGS

En algún lugar al que nunca he viajado, felizmente más allá de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio.

? Para mí el papá Damián siempre fue mi papá, del otro no me acuerdo nada.

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 ? Pero igual no es tu padre.

 ?¿Y por qué no, si él siempre fue cariñoso conmigo? Dice que yo soy su primavera.

? Porque no.

? Y a los dos nos gusta leer.

 ?Porque hay cosas que ya vas a entender cuando seas grande... igual sí tenés razón con lo de cariñoso. Y me late que tu mamá, el abogado y tu psicóloga van a estar de acuerdo en que demasiado ¿No? En que demasiado cariñoso, digo¿No? Sí, ya vas a ver si no.

 ?No sé, Don Roque. Mi mamá dice que no quiere abogados porque se quedan con toda la plata. Y que por eso estamos viniendo tanto a la casa vieja de papá Damián a charlar con él, dice. A mí algunas veces me trae y otras no, pero al final es lo mismo porque siempre termina mandándome a comprar algo. Como si no me diera cuenta que lo hace para que no pueda escuchar lo que se dicen. La cosa es que yo no puedo estar nunca con papá Damián. Nunca.

 ?Damián no es tu pad… bueno, dejémoselo y escuchá…¿La semana pasada no te quedaste toda la tarde con él, acaso? ¡Si vinieron juntos a comprarme una coca!

 ?Pero hace como una semana eso, más, casi dos, un montón. Y mamá dice que ya no es seguro que me quede con Papá Damián ahora que se volvió loco.

 ? ¿¡Ahora!? ¿Que ahora se volvió loco?¡Está como una cabra desde que nació! Preguntá si no acá por el barrio… que novedad la tuya, Lucecita:¡Nunca se habría juntado con tu madre si alguna vez hubiera estado cuerdo!…pero de que vos no estás segura con él te firmo ya mismo que es un invento, y mirá que te digo la verdad ¿eh?yo lo conozco de pibe al Damico: es incapaz de hacerle daño a nadie y menos a vos. Es un pimpollo él.Un pimpollo chiflado sí puede ser…pero …¿Sabías, Luz, que cuando él era chico como vos estaba siempre muy triste, pero mucho más de lo que vos estás ahora? ¿Sabías eso, no?

? Sí.

? Nadie sabía por qué. Dijeron que estaba enfermo y le iban a dar remedios…bueno,pero lo que no sabías es que en esa época yo fui y le regalé todos mis libros. En serio. Porque aunque no lo creas, hace muchos años, yo también leía poemas, y muchos… después él me superó, claro, pero sus primeros libros fueron todos míos...no lo sabías a eso. Por eso él me quiere tanto… y ahora mirá, fijáte como son las cosas, Luz:quemarse los ojos tu Damico para venir a engancharse con semejante… …bueno no me dejes hablar más nena que no quiero ofenderte ¿de qué sabor querés las pastillas? Acá hay de vainilla, también tengo… ¿pero con este calor no preferís un helado, Luz? Mirá que tengo…

 ?Es que yo le conté algo a mi mamá, Don Roque.

 ?Ajá… ¿Y qué le contaste? 

 ?Como el Papá Damián me pidió que le descargue su pistola.

 _ ¿¡Qué!? 

 ?¡Así me dijo él el otro día, justo después que vinimos a comprarle la coca! Que él todavía me amaba y si yo también y de verdad quería seguir viéndolo tenía que ayudarle a descargar la pistola pero que nunca, por nada del mundo, tenía que contarle eso a nadie, ni a mi mamá. Me dijo que sería nuestro secreto.¡Y yo le dije que bueno pero después si le conté a mi mamá, Don Roque! ¡No sé por qué, pero fui y le conté todo y ahora Papá Damián debe estar muy enojado y debe pensar que yo en realidad no quiero estar más con él y…

 ?¡Pará pará un poco Lucecita! ¿Seguro que no me estás macaneando, no? ¿Seguro que no estás inventando todo esto?

 ?No,no Don Roque…¿no me iba a dar las pastillas?

 ?Sí pero esperá: ¿Seguro que tu mamá no te enseñó que digas eso? ¿Ni tu psicóloga o el abogado morocho ése amigo de ella?

 ?...

 ?Contáme entonces bien que te dijo Damián.

 ?¿Otra vez? Nada, eso nomás. Que la pistola le había quedado cargad apor culpa de mi mamá y la separación y que ya no aguanta más… no sé, muchas cosas no le entendí… dijo que siempre seré su primavera. Papá Damián dice todo el tiempo que yo soy su primavera…

 ?¿Sí, pero qué más? Que pasó con eso de… de… la pistola.

 ?Nada al final. Llegó mi mamá. Él ya me había preguntado no sé cuántas veces si yo quería ayudarlo con…

 ?¿Cómoque vos, porqué vos? … decime que me lo estás inventando Lucesita por favor.

 ?Ya le dije que no estoy inventando nada. ¡Está muy mal inventar las cosas, Don Roque, después la gente no le creé a uno!

 ?...

 ?… me parece que porque yo tengo los dedos blancos y suavecitos…

 ?¿¡Pero qué decís!?¿¡Qué estás diciendo!?¡Pará, pará, no puede ser!

 ?Sí, algo de eso me acuerdo. Y repetía ése de que nadie, ni siquiera la lluvia tiene manos tan pequeñas.

 El viejo se dobló sobre el mostrador como si hubiera recibido un cañonazo en el estómago. Ocultó su rostro entre las manos con tanto ahínco que sus anteojos se torcieron y una patilla se zafó de la oreja hacia adelante. Luego llegaron gemidos flemáticos, entrecortados, apenas contenidos.

 ?¿Está bien, Don Roque? ¿Qué le pasa ahora? ¿Está llorando?

 Pero el otro no le podía responder. Se le escapaban lamentosas frases en que repetía desordenadamente que Damián nomás, que ellos no podían haber inventado eso por qué, por qué, que no podía ser, Damico m'hijo, por qué. Sin descubrir su rostro, como recordando de súbito la presencia de la niña, manoteó una cajita de pastillas y se la ofreció.

 ?Tomá, Luz?dijo con llamativa seriedad?. Andáte por favor.

 ?¿Cuánto le tengo que…

 ? Nada Lucecita andá nomás. Andá.

 La niña salió a la vereda confusa y preocupada. En una mano llevaba las pastillas, en la otra el dinero que papá Damián habían puesto en ella cuando su mamá, después de pedírselo varias veces, le había gritado que se vaya de una buena vez a comprar algo a la despensa. 

Dudó, pero sabía que ya era momento de volver, y después de todo Don Roque siempre le regalaba golosinas, así que siguió caminando, pero doblando la esquina advirtió algo: entre los billetes también había un papelito enrollado. Estaba escrito con lapicera verde. Abrió con los dientes el paquetito delas pastillas, que era bastante duro y la hizo tironear con fuerza. El sol de la siesta era tan intenso que le quemaba la cabeza y le hacía ver círculos de color por encima de las cosas. Lo bueno era que la despensa quedaba en la misma manzana que la casa vieja, así que no tenía que cruzar la calle. Pensó que ese mismo camino, de veredas irregulares, que esas mismas baldosas que ella ahora pisaba, las había pisado Don Roque hacía años para regalarle sus libros a un niño tan triste que le iban a dar remedios. Así se le había contado Don Roque. Y que por eso lo quería tanto a él.

 Sin dejar de caminar extendió el rollito y empezó a leerlo despacio: siempre abres pétalo a pétalo mi ser,como la primavera abre (tocando hábil, misteriosamente)su primera rosa.

 Siguió caminando despacio sin levantar la mirada, primero esquivada por los que llegaban corriendo, luego deslizándose entre los  que ya habían llegado y se amontonaban. Como si las preguntas gritadas, los aullidos enloquecidos delos perros de la cuadra,la sirena policial que se escuchaba a lo lejos,ni los lamentos descontrolados, histéricos de su madre, que se tiraba de la ropa y de los pelos mientras la sujetaban, todavía salpicada. Ni el olor a pólvora. Como si nada de eso existiera.

 Curioso que nadie, a su vez, reparase en ella. La encontraron más tarde, sentada en el fondo, escondida entre las macetas. Casi nadie, mejor dicho:apenas un testigo recordó a la niña absorta, imperturbable, que avanzaba entre el caos. Que no dejó nunca de leer su papelito."Parecía que flotaba".

… o si deseas cerrarme, yo y mi vida nos cerraremos muy hermosa y súbitamente, como cuando el corazón de esta flor imagina la nieve cuidadosa, cayendo por doquier.

FIN

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