Una protesta en el San José donde todos perdieron Una protesta en el San José donde todos perdieron
La concentración de alumnos y sus padres fue bulliciosa y estuvo bordeando varios límites de sana convivencia. Los manifestantes protestaron porque a su modo de ver el colegio les quitó a los chicos el derecho de vivir "el último timbre", un hecho que generaciones anteriores han guardado como un recuerdo perdurable del final de la secundaria. Se sintieron decepcionados y más aún, por la forma sin oportunidad de apelación- en la que se los comunicaron.
La noche del jueves, los padres comenzaron a divulgar su descontento y tras responsabilizar a la institución, pidieron que se reviera la disposición. Pero como no hubo revisión, decidieron protestar en la entrada al colegio sobre calle Libertad.
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La actitud "de destrato" achacada al colegio San José comenzó entonces a emparentarse con cierta actitud del mismo tenor, pero esta vez hacia los padres de otros alumnos que intentaban ingresar a la institución educativa para realizar variados trámites, todos propios del fin de curso, inasistencias de sus hijos, etcétera. Ninguno de ellos pudo resolver su necesidad de completar con las exigencias escolares.
Sin dudas, fue un episodio en el que perdieron todos los participantes de la polémica. Los chicos de quinto año se quedaron sin "el último timbre", las autoridades del colegio no supieron manejar una situación en la cual quisieron impedir que "el último timbre" se convirtiera en un desorden en aulas y patios, pero que terminó siendo un caos que repercutió en el colegio y en las calles con decenas de automovilistas muy molestos, y con otros papás, muy enojados porque no pudieron ingresar por un tiempo valioso.
Los argumentos esgrimidos por los padres para pedir una revisión tuvieron su parte razonable. El temor del colegio a que el último día se produjeran algunos desbordes, también fue entendible.
Lo que no es entendible es que tratándose de una entidad formadora de jóvenes y de padres que son formadores de sus hijos, no haya habido un acercamiento para resolver el problema. El problema nunca se resolvió, por el contrario se ratificó como problema porque el ejemplo, la moraleja, la enseñanza que subyace después de toda esa protesta, pareciera ser que cuando algo no nos gusta es lícito estallar y afectar derechos de terceros.