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'Furiosa': el más oscuro de los ángeles

Por José Ángel Barrueco

07/06/2024 17:17 Opinión
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'Furiosa': el más oscuro de los ángeles 'Furiosa': el más oscuro de los ángeles

Por José Ángel Barrueco para Aleteia

Solo a un necio se le ocurría afirmar que George Miller lleva toda su vida rodando la misma película. Que su saga Mad Max transcurra en los mismos páramos desiertos y que siempre incluya persecuciones (marca de la casa), no quiere decir que esos filmes sean iguales. 

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De hecho, el motor que mueve a los personajes nunca es el mismo y las intenciones del cineasta varían: la responsabilidad laboral que deriva en venganza (Mad Max. Salvajes de autopista), el deseo de supervivencia mediante la obtención de gasolina con la que avanzar hasta un territorio fértil (Mad Max 2. El guerrero de la carretera), la gesta personal para salvar a un grupo de niños (Mad Max 3. Más allá de la cúpula del trueno), la huida para llegar a la tierra soñada y rescatar así a concubinas esclavizadas (Mad Max. Furia en la carretera) o el odio que nace a partir de una pérdida violenta (Furiosa. De la saga Mad Max). Todos estos largometrajes han inspirado a artistas durante años. Recordemos que al escritor J. G. Ballard le entusiasmó Mad Max 2, y dijo que era la "Capilla Sixtina del punk".  

En realidad, y en términos narrativos, Furiosa es la película que más conecta con la primera parte. Recordemos que, en aquella, Max Rockatansky (Mel Gibson) era un joven policía feliz, pese a la violencia que encontraba a diario patrullando las carreteras llenas de criminales y desalmados. Pero la muerte de su mujer y de su hijo, es decir, la pérdida familiar, lo convertían en un ser vacío por dentro, quemado, furioso y ávido de venganzas. Hacia el final de la secuela, Max empezaba a abrir el corazón hacia los desvalidos. En la tercera ya encontrábamos a un personaje menos amargo, más adaptado a convivir con humanos y a discernir entre quienes merecen el Cielo (aquel grupo de niños) y el Infierno (los salvajes guerreros de Negociudad). En la cuarta, quizá por la interpretación más ruda del nuevo actor que daba vida a Max (Tom Hardy), parecía volver a su indiferencia hacia el prójimo; al final, sin embargo, aceptaba echar una mano a Imperator Furiosa (Charlize Theron) para poner a salvo a las mujeres. 

Ese camino explorado por Max durante varios años y cuatro películas es el mismo que recorre la nueva Furiosa (Alyla Browne en la infancia y Anya Taylor-Joy en la juventud) en una sola película, lo que ha obligado a su director a cambiar la narrativa. Esto comporta, si la comparamos con la obra de la que es precuela (Fury Road), que la historia tenga más músculo y diálogos aunque sea menos emocionante. Así como en Furia en la carretera apenas había un respiro, en Furiosa la narrativa es una montaña rusa, donde conviven momentos de calma y transición con persecuciones y momentos muy álgidos. ¿Cuál es el veredicto? Que se trata de otra cinta espléndida, mayúscula, en la que George Miller, visionario desde los años 70, capaz de articular un cine que no tiene parangón con nada, ha introducido pequeños guiños e influencias en las que conviven Ballard, Homero, Shakespeare, La Biblia, Ben-Hur, el cine mudo y el género de terror. 

Aromas bíblicos y caos apocalíptico

Sin caer en spoilers, podemos resumir aquí la sinopsis de la película, estructurada en cinco capítulos con sus correspondientes títulos: Furiosa es una niña que habita el Paraje Verde de Muchas Madres, un lugar de abundancia y recursos naturales muy distinto del panorama apocalíptico y arrasado del páramo. Raptada por un grupo de motoristas enmascarados que descubren el territorio, es llevada al campamento de su líder, Dementus (Chris Hemsworth, en un personaje magnífico que une crudeza y comicidad), donde intentan sonsacarle la situación geográfica del lugar mientras su madre trata de rescatarla. Pero las hordas salvajes de Dementus asesinan a la madre y se quedan con Furiosa. La intención inmediata del estrambótico cabecilla es conquistar la Ciudadela, donde impera Immortan Joe (a quien conocimos en Fury Road). Furiosa crecerá entre estos hombres bárbaros, afectada para siempre por la pérdida materna y obsesionada con volver a su hogar.    

Esta entrega de la saga es más profunda que la anterior aunque es menos emocionante al dosificar la acción y las persecuciones, cada vez más logradas y vertiginosas. Contiene tantos detalles en los paisajes, el vestuario, los apodos, los guiños literarios y cinematográficos que el espectador apenas puede pestañear. 

Miller no olvida la grandilocuencia de Shakespeare en los monólogos de Dementus. Ni a Homero, con la alusión a lo épico, a los viajes llenos de peligros e incluso al Caballo de Troya. Pero tampoco olvida Las Escrituras y su película abunda en referencias religiosas: el anciano con aires de profeta al que apodan Hombre Historia y sus referencias bíblicas (llama a Furiosa "el más oscuro de los ángeles, el Quinto Jinete del Apocalipsis" al detectar su ira interior), la mujer crucificada cuyo castigo también remite a "Conan, el bárbaro", el Paraíso del principio en el que destaca un fruto rojo en el árbol, las alusiones al Señor en boca de algunos personajes… También es el capítulo más próximo al cine de terror, con esas máscaras perturbadoras, esas amputaciones y esos habitantes de cuevas que parecen brujas y leprosos. 

Para los fanáticos de la saga, el director encaja guiños a la iconografía del personaje original y, así, va dispersando los detalles característicos de Max: el V8, la hombrera de cuero, la escopeta de cañones recortados, el hierro ortopédico de la pierna, el bozal en la protagonista, el camión que acarrea tanques de gasolina… En definitiva, Furiosa es un viaje extraordinario desde el odio hasta la esperanza en medio de un ambiente de caos y locura. 

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