Oíd el ruido de rotas cadenas Oíd el ruido de rotas cadenas
TíTULO: “Almamula”
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DIRECTOR: Juan Sebastián Torales
PROCEDENCIA: Coproducción entre Argentina, Francia e Italia.
LUGAR DE RODAJE: Santiago del Estero
PROTAGONISTAS: Nicolás Díaz, María Soldi, Cali Coronel, Martina Grimaldi, Luisa Lucía Paz, Daniel “Beto” Frágola, Tania Darchuk y Adrián Ramallo.
FECHA DE ESTRENO: Jueves 24 de agosto en cines de Argentina, incluidos los de Santiago del Estero.
SINOPSIS:La trama sigue a Nino, un niño de 12 años que se ha trasladado con su familia a un pequeño pueblo conservador del norte de Argentina tras sufrir un violento ataque homófobo en su anterior ciudad natal. El pueblo ha sufrido recientemente la desaparición de otro niño en el bosque, que se atribuyó a la almamula, una criatura mitológica del folclore argentino que supuestamente destruye a los impuros sexuales; manipulado por la iglesia local en un intento de curarle de su homosexualidad, el propio Nino empieza a anhelar que la almamula venga también a llevárselo.
CRíTICA:“Tiro una soga y los invito a dejarse llevar”. Esa es la frase que lanzó Juan Sebastián Torales antes de proyectar “Almamula” en la avantpremiere del pasado martes 22 de agosto. El auditorio del Centro Cultural del Bicentenario, espacio en el que se realizó la función privada, aguardaba expectante que el haz de luz mágico comenzara a mostrar las imágenes de la tan esperada película santiagueña. Y cuando eso sucedió más de uno, siguiendo la metáfora empleada por Torales, comenzó a dejarse llevar por esa relectura que hace Almamula, una mujer castigada por sus licencias sexuales que la llevaron a convertirse en una mula encadenada que en días de tormenta salía de los montes y recorría por la noche los poblados.
La soga se va tensando porque, a medida que transcurre el filme, uno descubre que lo del mito es sola una referencia de la que se vale Torales para hablar de la violencia, la homofobia, el despertar sexual, la devastación de la naturaleza y la religión y aquí detenerse en lo que, en una entrevista con EL LIBERAL, Torales habló sobre “esta sexualización, de alguna manera, de Cristo…” Y es aquí en donde uno debe asirse fuertemente a la soga.
“Almamula” es una película que uno debe ver despojado de todo prejuicio para entender claramente su mensaje, su relectura del mito y la traslación que hace de esto con temáticas que por viejas no dejan de ser actuales.
Es una realización que interpela en muchos aspectos. Es políticamente incorrecta en temas sobre religión. Es un filme que inquieta, moviliza y sacude. Es una película en la que la violencia cobra protagonismo desde el primero hasta el último fotograma.
“Lo dice la primera escena. Estamos en la oscuridad total y de golpe la violencia, la violencia del mundo, la violencia del ser humano, la intolerancia y la falta de empatía”, le dijo Torales a EL LIBERAL.
Y añadió: “Y ahí agárrate fuerte de la soga porque es todo un camino de transformación con este niño (Nino) que hace lo que puede con su dolor. Es un poco lo que lo sentí en mi vida cuando me pasó lo que me pasó…” Más claro, imposible.
Con sutileza, Torales va narrando la historia, su propia historia que vivió desde los 12 hasta los 18 años. En esa etapa, tal como lo manifestó a EL LIBERAL, “he vivido en un limbo, de cierta forma, por creer que estaba errado en este mundo y porque lo que me gustaba no era lo que me tenía que gustar”.
Siempre sugerente, “Almamula” refleja ese limbo y esa búsqueda de una realidad diferente “de la que nos han impuesto siempre, de lo que te impone la política, la religión, lo que sea, todo lo que condicione el comportamiento humano. Es tratar de salir de eso y buscar nuevas realidades”.
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Sin golpes bajos y, en todo momento, con cierto realismo mágico, va desmontando esa leyenda santiagueña que reprime ciertas relaciones sexuales entre parentescos.
Y es también una película retadora cuando demuestra que las cadenas que atribuyen al Almamula no son esas cadenas las que hoy atentan contra la moral sino que revela cual es el verdadero “monstruo del monte. El real monstruo son las máquinas y no es el monstruo que vive en el monte y que te va a castigar por hacer lo que te gusta, por lo que deseas, sino que es el monstruo que destruye lo poco bueno que queda en el mundo, que es la naturaleza”, le dijo Torales a EL LIBERAL.
Con un elenco, en su inmensa mayoría conformado por santiagueños, y con el sólido aporte que le da la actriz argentina María Soldi (“Mi obra maestra” y “Causalidad”), “Almamula” brilla ante tanta oscuridad que tiene la historia. Los acentos, naturalmente pronunciados, sin impostaciones, le da más originalidad a la historia, una historia que es de Juan Sebastián Torales, pero que también puede pertenecerle a cualquiera de nosotros y con la diferencia de que Juan Sebastián se animó a exorcizar demonios que lo atormentaban y exponerlos en 94 minutos que dura la película.
En un mundo de susurros, deseos no expresados y plegarias, la curiosidad y los impulsos de Nino o de Juan Sebastián Torales, salen a la superficie.
“Almamula” es un grito de libertad expresado por Torales a viva voz y ya sin los miedos que lo atormentaron desde los 12 hasta los 18 años. Es un oíd el grito de rotas cadenas.
“Almamula” es una película que uno debe ver despojado de todo prejuicio, sin ataduras morales, sin represiones. Es necesario que así sea.