Hermanas del básquet: un póquer de belleza y de talento Hermanas del básquet: un póquer de belleza y de talento
Por Daniel Romero
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Miguel Barraza es carpintero. Silvia Pavón, ama de casa. Cuando él tenía 21 y ella 17, el amor que sentía el uno por el otro derivó en el nacimiento de Silvia Natividad (33), que hoy es una de las mejores árbitros de la provincia.
Después vinieron ángela (31), Robert (29), Matías (28), Yoana (26), Geraldín (23), Lourdes (22), Valentina (19) y Priscila (17), que crecieron en el barrio Borges con las carencias propias de una familia de clase media baja, pero con valores sólidos que les permitieron disfrutar de las cosas simples de la vida.
De los nueve, cuatro se aferraron al deporte como una forma de vida. Silvia y ángela se dedicaron al árbitraje de básquet. Valentina juega en Belgrano. Y Geraldín, que también jugaba en el “Verde”, debió dejar (¿por ahora?) para dedicarse a estudiar en el Profesorado de Educación Física.
Hoy, con motivo de celebrarse el Día Internacional de la Mujer, sus historias son dignas de ser contadas.
“Ha sido una elección de mis padres el seguir teniendo hijos y nosotros lo disfrutamos. Con ángela y conmigo, que somos los mayores, ellos han aprendido a ser padres porque eran muy jóvenes. En cambio, con los últimos son más desestructurados, más cómplices, amigos. Con nosotras han sido más rigurosos y estrictos”, comentó Silvia, que por ser la mayor cumple el rol de “líder de la manada”.
En el 2007, Silvia Pavón vio en EL LIBERAL una publicación de Mario Tenti invitando a un curso de árbitros y se le encendió la lamparita.
“Nosotras jugábamos al básquet, en contra de los designios de mi padre, porque él no quería. él quería que estudiemos, que crezcamos a través de la educación. Pero con el permiso de mi mamá, empezamos en el club Borges. Mi mamá sabía que nos gustaba el básquet y nos comentó del artículo. Yo había vuelto de estudiar en Tucumán, porque mis padres no me podían seguir costeando mis estudios para Abogacía y estaba como en un impasse. Así descubrí el arbitraje”, reveló Silvia.
ángela se entusiasmó más que su hermana mayor. “Como había repetido cuarto año, mi mamá vio el curso y me dijo que vaya. Hablé con los árbitros en un partido femenino y me decidí a ir, pero sin la compañía de Silvia no sé qué hubiese ocurrido”, agregó sobre la incertidumbre que había en ambas.
Paso a paso
Silvia y ángela fueron paso a paso. Primero amistoso, después el minibásquet y las inferiores. Y tras dirigir en las Olimpíadas Chaco/Santiagueña, en Añatuya, empezaron a llegar los desafíos más importantes.
ángela recordó los inicios. “Al principio era entrar a la cancha y que todos te miren. Nos miraban como bichos raros. Pero también encontramos personas que nos impulsaron. Uno era Manuel Manfredi. Otro, Cuni Aguirre. Y también Tití Iturre”, explicó.
Silvia coincidió con esta afirmación. “Al principio era difícil que acepten que uno tenga la capacidad para dirigir. Lo más importante es que nosotros jamás nos hemos achicado. Nunca nos molestó el hecho de dirigir a hombres, jamás nos ha intimidado entrar a una cancha para dirigir básquet masculino y menos algún problema que hemos tenido. De hecho, he aprendido a moldear mi carácter para no reaccionar y para entender cuál era mi función”, explicó convencida.
El respaldo de los demás árbitros (léase ángel y Gustavo D’Anna y Omar Abdala) fue fundamental. “Hoy, muy pocos van a reconocer, pero había un montón de dirigentes que pedían que no los dirijan mujeres. Y ellos dijeron no. Todo el grupo nos ha respaldado y creo que con nuestras compañeras hemos sabido demostrar que las capacidades van más allá del sexo. Había compañeros que también se equivocaban, pero pesaba más sobre nosotras el error que sobre los demás. Hoy ya formamos nuevos árbitros. No existe tanto ese peso”, agregó Silvia.
Geraldín también se volcó al deporte y tras estar durante toda su infancia en Borges, pasó a Belgrano, donde jugó hasta el 2017, cuando decidió estudiar el Profesorado de Educación Física.
“En Borges se rompió el vínculo que tenía con el club y empecé en Belgrano, porque Maxi Villoslada me vio jugar en el Poli y me invitó. Decidí ir y la llevé a ella (por Valentina) también. Fueron dos años”, comentó Geraldín, que además hizo voley durante la secundaria.
“Me gustaría armar un club en mi barrio y abrir un gimnasio. También estoy haciendo cursos de natación”, indicó al ser consultada por su futuro.
Valentina
Por su parte, Valentina juega al básquet en Belgrano, tanto en el ámbito de la Capitalina como en el de la AFAB.
“De los 5 años hasta los 14 jugué en Borges. Un año dejé y ella (por Geraldín) me invitó a ir para Belgrano. Pablo (Villoslada) me había hablado anteriormente y le dije que no quería abandonar a mi club, pero finalemente decidí cambiar. Un día fui a probar y todas me conocían como la hermanita de los árbitros. Hoy me conocen como Valentina, que juega el básquet en Belgrano. Mi ex entrenadora me han pedido que vuelva a Borges, pero de ahí no me voy a ir”, expresó convencida.
Valentina logró el ascenso en el torneo de la AFAB y este año jugará en Primera División de la Capitalina, tras ser campeona U13, U15 y U17 con Belgrano.
“Me gustaría ser entrenadora”, comentó “Valen”, que el próximo sábado jugará la final del Regional de Clubes contra Tucumán.
Hoy será un día especial para ellas. Silvia comentó haber invitado a toda la familia a celebrar en su casa para luego ir al Patio del Indio Froilán, donde se le realizará un homenaje a la mujer. l