Los juzgan por el asesinato de un joven a quien acusaban de haber robado un celular Los juzgan por el asesinato de un joven a quien acusaban de haber robado un celular
Un tucumano y un santiagueño son juzgados, sindicados de haber asesinado a un joven en Loreto, al término de una madrugada de alto consumo alcohólico y en cuyo “trajín” fue robado un celular.
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Los imputados son Gabriel Lautaro Ruiz, oriundo de Tucumán y Diego Osmar Gramajo, a quienes el fiscal álvaro Cantos acusó por el ‘homicidio simple’ de álvaro Ibáñez, apodado “Tedi”, la noche del 12 de noviembre del 2015 en el B° Monoblocks.
De acuerdo con la acusación, al menos una docena de jóvenes bebía en una vivienda del B° Oeste, entre ellos, álvaro Ibáñez (22). Cerca de las 5 de la madrugada se retiró a su hogar.
Minutos más tarde, uno de sus compañeros de copas -Axel Caballero- advirtió que le faltaba su celular y empezó a insultar a todos por igual, empecinado en que le devolviesen el aparato. Uno de los adolescentes lanzó el nombre de Lautaro Ruiz (22), residente en Las Talitas, Tucumán, quien se defendió y afirmó que el ladrón fue “Tedi” Ibáñez y prometió que lo rescataría.
AUDIENCIA. La defensa de Gramajo sostiene que el único pecado de su cliente fue haber conducido la moto y trasladado al homicida.
Dispuesto a recuperar el celular, el tucumano pidió prestada una moto a unos jóvenes que pasaron por el lugar. Le dijeron que no, pero Diego Osmar Gramajo accedió a llevarlo hasta la casa que el tucumano le indicaba.
Desde el B° Oeste se dirigieron hasta el céntrico barrio Monoblocks. Según los protagonistas, al llegar al barrio, Ibáñez estaba sentado en una escalera. Los visitantes lo intimaron a que devolviera el celular.
Sobrevino una discusión y hay dos versiones. Una separa a Gramajo del ataque y la otra lo incluye. Esa segunda hipótesis, amplía que Ruiz habría tomado por el cuello a Ibáñez quien respondió con una trompada. El “Tucumano” extrajo un cuchillo y le causó una herida en el pecho. La víctima volvió a su piso, en el tercero, y pidió ayuda.
Arribó la policía y trasladó a la víctima al hospital loretano y desde allí lo derivaron de urgencia al Hospital Regional, pero murió.
Demoraron a veintena de jóvenes ebrios
Con la muerte de “Tedi”, la policía demoró a 20 jóvenes que habían participado del encuentro en el B° Oeste, trascendió.
Luego, la policía de Loreto y la División Homicidios y Delitos Complejos de la ciudad Capital, hicieron varios operativos y apresaron a Gramajo, oculto en su casa del B° Centenario.
En tanto, Ruiz se habría cambiado de ropa, ascendido a un remís y se trasladó a la terminal de ciudad capital. Huyó hacia Tucumán y fue apresado en la localidad de Alderetes.
Hoy están imputados como coautores y corren el riesgo de una condena entre 8 y 25 años de cárcel.
Citarán a 26 “bebedores” que estuvieron antes del crimen
Los abogados de Gramajo indicaron que su cliente no atacó a la víctima, sino que se fue con su moto, ignorando qué haría el “Tucumano”.
Para los abogados, Javier Leiva y Luis Barraza, el “Tucumano” atacó él solo a la víctima.
A su vez, el “Tucumano” se defendió subrayando que solo se defendió del ataque de la víctima.
Habría manifestado que “Tedi” bajó con un cuchillo. Lo agredió y él sólo le arrebató el arma y lo ultimó.
Con dos escenarios diametramente antagónicos, el tribunal citó a 26 testigos, entre amigos ebrios de los protagonistas y policías.
Declararon ayer, el sargento Rojas, la cabo Soria y el médico de Policía, de apellido Tapia.
La danza de testigos recién arrancó y nadie puede aventurar un desenlace, mucho menos quien dice la verdad y quien lanzó en el recinto verdades a medias.
El homicidio simple tiene una posible condena a 25 años
El querellante, Carlos Ríos López, sugirió ayer ampliar los cargos de “homicidio simple” a “calificado”, pero el planteo no prosperó.
Por ende, los dos “coautores” enfrentan una posible condena de hasta 25 años.
El fiscal sostiene que los dos tienen la misma responsabilidad, ya que la autopsia deja entrever el ataque de dos personas.
Para el fiscal, uno lo inmovilizó y el otro acuchilló a la víctima.
Sin embargo, los abogados defensores arriesgaron en que la historia fue muy diferente y que el fuerte de la verdad radica en el alcohol, la oscuridad y el estado de casi inconsciencia de los dos detenidos.