Juzgan a chofer de ambulancia por intentar asesinar a docente-comerciante

La Justicia de Añatuya, en el departamento General Taboada, envió a juicio a un sujeto que se desempeñaba como chofer de ambulancia y que fue panadero sindicado de intentar asesinar a golpes a una docente y comerciante, a la que luego, creyéndola muerta, le sustrajo $ 50.000, en Selva (Rivadavia).

Así lo resolvió en audiencia la jueza de Control y Garantías, Gladys Liliana Lami, al sellar la suerte de Cristian Maximiliano Mansilla (29) a quien la fiscal Cecilia Rímini le enrostró cargos por "Homicidio criminis causa en grado de tentativa" y "robo simple en concurso ideal de delitos" en perjuicio de Adriana Bedú, de 51 años, domiciliada en el B° Los álamos.

Según la causa, el 6 de abril de 2020 Mansilla arribó al comercio de Bedú. Dubitativo, en tres ocasiones pasó e indagó por el precio de la lavandina. Tanto preguntó y repreguntó que adquirió el producto y pagó $ 600.

Antes de retirarse, sorprendió de atrás a Bedú. Jamás la víctima vio venir un cruel ataque. A trompadas y patadas terminó tirada en el piso en un charco de sangre. Mansilla mal pensó que la había matado. Ingresó a una habitación, halló $ 50.000 y huyó.

La comerciante fue salvada por la hija de una amiga. Al extrañar que no respondiera a los llamados a su celular, la menor saltó la tapia y por una ventana la vio desmayada y herida. "Traumatismo con pérdida de conocimiento, fracturas múltiples de cráneo en región parietooccipital, hematomas en ambas regiones oculares y traumatismo cerrado de tórax", fue el diagnóstico médico.

En menos de tres horas cuatro testigos dijeron haber visto a Mansilla en frente del local. Por ende, el personal de la Seccional N° 34, de Selva (Rivadavia), concentró sus energías en el solitario sospechoso. El 14 de abril la jueza Lami dio luz verde a varios allanamientos y detención de Mansilla, a requerimiento de la fiscal Rímini.

La caída del sujeto fue cimentada en el relato de los vecinos. Una mujer reveló que esa mañana Mansilla pasó por frente de su casa (a las 8.30). "La saludé (por Bedú). Estaba parada atrás del mostrador tomando mate. Me dijo: Buen día'''', indicó la mujer. Retornó a los 10 minutos y vio a Mansilla en la cuadra de Bedú, frente a una peluquería.

"El muchacho llevaba una campera negra de cuero, jean negro y zapatillas. Hablaba por teléfono detrás de una planta, agregó. En contexto, quizá Mansilla intentaba ocultarse de los cuñados, hijos de su patrón y propietario de la panadería en la que trabajaba el detenido.

"Lo vi como a las 8.40", por Mansilla, añadió otro testigo. "Llevaba un barbijo blanco, remera y pantalón negro. Se lo veía nervioso, caminaba de un lado a otro y cambiaba de rumbo, en dirección hacia la casa de ella", por Bedú.

"Cristian, ¿eras vos el que estaba parado en el negocio cuando pasé?", subrayó otro testigo, chofer de ambulancia. Mansilla le habría respondido: "Estás loco, me habrás visto ayer", habría acotado el acusado.

Despertar y el reconocimiento del acusado

Casi una semana después del horror, Bedú se despertó y manifestó que fue Mansilla quien llegó a su negocio a comprar lavandina y el que la atacó de atrás.

Ahora, el hombre está en manos de un tribunal cuyos integrantes deben ser sorteados próximamente. Después, el alto cuerpo fijará fecha y habrá una veintena de testigos citados, entre vecinos, víctima, policías, médicos y otros profesionales.

Durante el debate oral, la Fiscalía dejará expuestas todas las evidencias en contra del imputado las cuales fueron recolectadas durante la instrucción de la causa judicial.

Será un Tribunal de la Cámara de Juicio Oral el encargado de definir la suerte del panadero, quien permanece tras las rejas desde los últimos días de abril cuando la policía logró detenerlo, ya que Mansilla tras la agresión huyó de la casa de la víctima con el dinero en su poder y sin dejar rastros.