Inducir un parto: una vida por nacer, en manos de terceros Inducir un parto: una vida por nacer, en manos de terceros
Por Sonia De Marco
De la Redacción de EL LIBERAL
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La inducción del parto, a lo largo de la historia, permitió salvar la vida de muchos niños por nacer, a los que abandonar el vientre materno les resultaba imposible por los propios medios fisiológicos. Sin embargo, también se volvió una trampa mortal para otros bebés, a los que por conveniencias externas, quisieron traerlos al mundo con asistencia mecánica innecesaria, con resultados lamentables.
Por estos dos escenarios es que hablar de inducción del parto siempre será interesante, para conocer a fondo cuándo aceptar la práctica, tanto por los profesionales ante el pedido de una madre, como por la embarazada ante la decisión del médico obstetra.
En un diálogo exclusivo con EL LIBERAL, el Dr. Roberto Isidro Kekiklián, profesor titular de Obstetricia, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), médico del Hospital de Clínicas José de San Martín, y presidente del Tribunal Científico de la Asociación Argentina de Perinatología, consideró que “la polémica actual que tenemos tiene que ver, primero con algunas malas e incorrectas indicaciones de inducción del parto, que fueron generadas tanto por los profesionales de la salud como por las pacientes, por elegir fecha u horario de trabajo de parto, lo cual no es de ninguna manera recomendable. Es ir contra la fisiología natural. Siempre la inducción debe realizarse cuando sea realmente indicada y su indicación sea restrictiva a sus reales indicaciones”. En este contexto cuestionó y condenó: “Elegir un horario de parto, porque es cómodo para el paciente, para el médico, la familia, etcétera, no es una indicación de inducción. Por lo tanto quien lo hace, lo hace bajo su responsabilidad, sabiendo que no es una indicación médica. Es una decisión eventualmente humana que no es recomendable”.
Existen estudios científicos que demuestran que la correcta inducción al parto se cumple sólo cuando las necesidades del feto o una alteración en la salud de la embarazada, lo requieren. Caso contrario será una práctica innecesaria y altamente riesgosa.
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“En los últimos años, el tema de la inducción al parto se convirtió en un tema de debate y de preocupación social, previo a que se debatió bastante sobre si correspondía o no colocar los llamados “goteos” durante el trabajo de parto, o por el contrario, si en mujeres que estaban en embarazos en término había que terminar la gestación por la vía de inducción, por lo general farmacológica, con oxitocina, que es la droga que generalmente se usa, o esperar el trabajo de parto espontáneo”, detalló Kekiklián. Y sustentó su explicación: “La inducción al parto cuando se realiza con una indicación correcta es muy buena. La conducción del trabajo de parto cuando está bien indicada es favorable y correcta. Pero, ¿cuál es la diferencia entre inducción y conducción? En la inducción estamos frente a una embarazada que no tiene ninguna contracción o tiene mínimas contracciones que no implican un inicio de trabajo de parto, por lo tanto el médico debe inducirlo; mientras que en la conducción nos encontramos frente a una embarazada que está en trabajo de parto pero esas contracciones son insuficientes, y no tienen la intensidad apropiada para que el trabajo de parto progrese y el niño nazca en un tiempo razonable”.
Quién decide
Existen factores externos al feto que deben seguirse al momento de determinar una inducción o conducción al parto. Tanto la embarazada como el profesional pueden tener posturas diferentes respecto al momento de la práctica. Pero, ¿quién tiene la última palabra?
“En el caso de la conducción, lo que se produce es que las contracciones sean eficientes, y de esa manera, que el parto ocurra de la misma forma, pero dando exclusivamente la mínima dosis que le corresponda a este proceso, y con una salvedad: si la paciente prefiere un parto natural, que exprese su voluntad de estar horas en esa situación, la voluntad de ella debe ser respetada por el profesional obstetra, simplemente explicándole que la conducción era un potencial beneficio, al cual ella debe acceder, y no el profesional imponerlo. El obstetra solo podrá intervenir en la conducción del parto, cuando el trabajo de parto se prolonga de tal manera que podría volverse dañino al feto. Igualmente es un proceso que también debe ser informado a la madre”, explicó el profesor titular de Obstetricia, de la Facultad de Medicina de la UBA.
Cuándo no practicar una inducción al parto
Cuándo no practicar una inducción al parto
“Existen contraindicaciones como la desproporción fetopélvica en donde el feto es voluminoso y el no puede pasar por el canal de parto, o bien una desproporción pélvica en la que se trata de una pelvis asimétrica, estrecha o plana, que impedirá que el bebé pase por el conducto”, explicó el Dr. Néstor Cioccolani, al dejar en claro que en estas circunstancia es totalmente negativa una inducción.
“Otra contraindicación es cuando se trata de una placenta previa, porque si la placenta está baja, es un error. Nunca puede salir primero la placenta después el bebé. En este caso no podemos inducirlo, porque generaría hemorragias. Lo mismo pasa cuando hay una adherencia anormal de la placenta en distintas zonas del útero. En este caso, si se induce el parto, se pone en riesgo de hemorragia a la paciente”, explicó.
Y enumeró: “Otra, es que el bebé esté en presentación podálica, oblicuas o transversa.
No se puede inducir en pacientes con cesáreas previas, porque se rompe el útero. Tampoco se induce cuando el feto esté en sufrimiento fetal. Si el niño está con latidos bajos, es riesgoso. Tampoco en caso de madres con cáncer de cuello uterino. Si la madre está con una eclampsia en el momento de las contracciones, no se debe practica la inducción”.