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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

La profecía de Amós 8: 4-6 y 9-12

07/07/2018 23:22 Padre Koffi Gilbert
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La profecía de Amós 8: 4-6 y 9-12 La profecía de Amós 8: 4-6 y 9-12

Queremos hoy comentar

este pasaje de la profecía

de Amós, que es su visión

sobre la sociedad:

“Escuchen esto ustedes,

los que pisotean

al indigente para hacer

desaparecer a los pobres

del país. Ustedes dicen,

cuándo pasará el novilunio

para que podamos

vender el grano, y el sábado

para dar salida al trigo.

Disminuiremos la medida,

aumentaremos el precio,

falsearemos las balanzas

para defraudar, compraremos

a los más débiles

con dinero y al indigente

por un par de sandalias

y venderemos hasta

los desechos del trigo.

Aquel día orac del Señor;

yo haré que el sol se ponga

al mediodía y en pleno día

cubriré la tierra de tinieblas,

cambiaré sus fiestas

en duelo y todos sus cantos

en lamentaciones. Haré

que todos se ciñan un

sayal y que se rapen todas

las cabezas; haré que estén

de duelo como por un

hijo único y su final será

como un día de amargura.

Vendrán días orac del Señor

en que enviaré hambre

sobre el país.

No hambre

de pan ni sed de agua,

sino de escuchar la palabra

del Señor. Se arrastrarán

de un mar a otro e irán

migrantes del norte al este

buscando la palabra del

Señor, pero no la encontrarán”.

éste es un pasaje no

para criticar a la sociedad,

sino para denunciar todas

las actitudes que hay, para

ayudar y dar dignidad

al ser humano.

Amós denuncia

la avaricia de todos

los que viven de negocios

y también de los ricos que

piensan que tienen el material

suficiente; la explotación

de los necesitados;

el lujo de los adinerados y,

sobre todo, el soborno de

los jueces que viven en la

corrupción.

Y hoy en día podemos

ver en nuestra sociedad

que hay personas que

aman más las ganancias

que a Dios… Dios no existe

más.

Aman más a muchas

otras cosas que a la

honestidad y al prójimo.

La sociedad en nuestro

mundo vive sin Dios, sin

la palabra de Dios. Comportamientos

para matar

a los pobres, a los débiles.

Dios no está más como

antes y necesitamos a ese

Dios, escuchar su palabra,

cambiar y el cambio viene

con la palabra de Dios

que muestra el camino de

la felicidad. Necesitamos

hoy no hambre de pan, sino

hambre de la palabra

de Dios, de la caridad, del

amor, de la generosidad y

de la solidaridad. Si hablamos

de corrupción, si hablamos

de ganancias, si

hablamos de una sociedad

sin Dios es porque la palabra

de Dios no ha llegado

a nuestros corazones.

Todos nosotros, la Iglesia

como la sociedad, debemos

cambiar, no superficialmente,

sino dejar que

la palabra de Dios transforme

nuestros corazones.

La preocupación hoy es

ganar y ganar, no importa

el ser humano, no importa

la vida. Hay que matar,

hay que destruir para tener

más.

Hoy podemos ver un

montón de adoraciones y

devociones, pero debemos

ver dónde están nuestros

corazones, dónde está

nuestra generosidad,

nuestra solidaridad con

los pobres, porque continuamos

explotando y haciendo

más pobres, en lugar

de disfrutar y compartir

lo que tenemos.

Necesitamos hoy la palabra

de Dios para no vivir

de hambre, sino de llegar

para que la palabra de

Dios sea nuestra riqueza,

que él sea nuestra riqueza.

Nos falta aceptar la palabra

de Dios, no criticar

que la Iglesia impone, no,

es Cristo, y antes de Cristo

están los profetas que

han anunciado esa palabra

de Dios.

Cuántas veces

rechazamos hoy a los

profetas, cuántas veces rechazamos

a quienes pueden

ayudarnos para vivir,

porque mañana no estaremos.

Las palabras del profeta

debían cumplirse de

varias maneras, y no podemos

vivir sin Dios.

Cuántas veces queremos

defender la vida, pero

para defender la vida hay

que tener vida. En nuestra

Iglesia comenzamos

a cuidar esas vidas y a todos

sus miembros, dar la

posibilidad para que podamos

vivir.

La vida por

nacer hay que defenderla,

pero también la que vive

hoy. Cuando vemos a un

niño en la calle ¿qué hacemos?

Cuántos niños hay

en la droga y ¿hacemos algo?

Pero no es dar lo material,

lay que dar la palabra

de Dios, acercar, recibir,

atender para dar la

palabra de Dios que llegue

a transformar la vida de

esas personas.

Hoy vamos a orar para

que dejemos nuestros intereses

para buscar lo que

es común, lo que es para

todos, el bien de todos.

Que Jesús que ha venido

para mostrarnos ese camino,

nos ayude a elegir el

camino de la solidaridad y

de la generosidad. No hablemos

de amor, porque

hoy todos amamos, vivamos

la caridad, generosidad,

solidaridad, para

compartir lo que tenemos

con los más necesitados.

Que nuestra Madre, que

no ha guardado todo, que

ha ofrecido, que ha dado

su vida para dar la vida

a Jesús, nos ayude para

que podamos a ser verdaderos

hermanos que buscan

el bien de cada uno.

Amén.

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