GABRIELA CARDONA

"Ante el cáncer hay que sacar lo positivo y seguir porque no estamos solos, somos muchos"

M i nombre es Gabriela. Soy casada. Tengo dos niñas. Me enteré que tenía cáncer, cercano a Pascua del año 2011. Nació de un dolor muy agudo. Pensé que era un embarazo. Al día siguiente, después del domingo de Pascua, fuimos a la ginecóloga y me mandó a hacer un montón de estudios y resulta ser que no era un embarazo. Todavía no entendía muy bien lo que era. Ahí nomás me dijeron que era para cirugía. Fue a verlo al Dr. César Albuicech. Programamos una cirugía que fue bastante traumática porque, en realidad, era una histerectomía, una palabra muy rara para mí en ese momento. Lo teníamos que hacer de manera rápida. Todavía no entendíamos, con mi esposo, que me acompañó siempre, qué significaba todo eso. Se me hizo la cirugía y al poco tiempo me dieron los resultados. Resultaba ser un cáncer, un cáncer de ovario. Ahí nomás me dijeron que tenía que ver un oncólogo. Ya la palabra resultaba muy fuerte. Fuimos a ver, una noche, al doctor Claudio Basbús. Me acuerdo también que nos tocaba el último turno, que era el de las 20.30. Con Claudio estuvimos hasta las once de la noche. Nos explicó que significaban los resultados y nos dijo “esto es cáncer”. La palabra, ya, sonaba muy dura. Y sí, es muy duro. Salimos de ahí a las once de la noche, era el 30 de mayo, más o menos, y hacía frío. Me acuerdo que con mi esposo teníamos que volver a casa y a contarles a las chicas por que estaban ansiosas “¡Qué te dijo el médico!”

Salimos de Claudio, no secamos las lágrimas y dijimos: “Bueno, vamos a casa y vamos a empezar esto”. Julieta tenía 15 años y Valentina tenía apenas 10. Había que pedir las drogas y empezar el tratamiento de quimioterapia lo más rápido posible. Entonces, había que comentar, había que decirles. Entonces, bueno, las juntamos y les dijimos. El doctor Basbús siempre nos dijo “hablen con la verdad. Esto tiene un nombre y un apellido y se llama cáncer”. Les hablamos a la chicas y les dijimos que la operación no había salido…o sea, si bien la operación había salido bien había que seguir haciendo cosas y esa cosa era un tratamiento que me iban a hacer. Les quería contar la verdad a mis hijas porque mi madre murió de cáncer. Yo estaba embarazada de la más chica cuando sucedió. En aquel tiempo, yo quedé con tanto odio a esa palabra, con tanta bronca, con tanto resentimiento que tal vez fui yo misma la que me enfermé. Por eso, siempre le digo a mis hijas que no le tengan miedo, que esto se llama así y que si podemos agarrarlo podemos vencerlo también.

Empezamos el tratamiento de quimioterapia. La primera fue bastante bien. Me acuerdo, era un 19 de julio, porque al otro día iban a venir todas mis amigas para tomar el té conmigo y resulta que el 19 de junio se me salió todo el pelo. Tuvimos una peluca y empezamos a comprar pañuelos. Cada noche, después de la quimioterapia, nos sentábamos a comer algo rico los cuatro. La fuimos llevando.

Después de la segunda quimioterapia tuve un shock a la droga, fue terrible tanto que el mismo doctor Claudio me dijo: “Realmente, viviste por obra y gracia a nuestro Señor”. Yo, además de la quimioterapia, hacia una terapia paralela con el doctor Crescenti en Tucumán. Esto fue un llamado de atención muy grande. La droga que me estaban poniendo no la aceptaba mi organismo. Tuvimos que cambiar droga, significaba muchas más dosis y más tiempo en quimioterapia. Entonces, fueron aumentando esas quimioterapias.

Seguimos adelante con esperanza, cruzando los dedos y siempre pidiéndole a mi Sagrado Corazón que nos guíe en los análisis… Fue pasar una, pasar dos, pasar siete, pasar diez, pasar catorce hasta que llegó un día en que el doctor Claudio me dice que habíamos llegado a la última. Y cuando te dicen que es la última, todavía hay que ver como quedamos después de todo esto. Se hicieron los estudios y, gracias a Dios, había desaparecido toda célula y toda posible célula cancerígena. Con cuidados permanentes, todos los años, en el mes de abril, que es mi cumpleaños y por eso lo elegimos con el doctor para hacernos el control. Realmente, es muy duro esos controles porque uno está diciendo “Dios, que salga todo bien”.

¿Qué me deja todo esto a mí? A mí me dejó, primero, una unión familiar muy grande. Esto nos unió muchísimo como familia. Una alabanza a Dios porque yo si sé que fue Dios, porque soy muy creyente, fue la mano que me acompañó. Había días muy duros.

Quiero decirles a quienes estén pasando por esto, que si se puede salvar, si se puede salir adelante. Yo, a partir de aquel momento, inconscientemente me alejé de todas aquellas personas que tienen ideas negativas en todo porque, realmente, me hacía mal. No es que uno quiere estar en una burbuja, donde todo es paz y amor, pero traté entonces y trato de salir adelante, de luchar y decir “sí, se puede”. No es fácil.

Yo odiaba la palabra quimioterapia, pero ni sabía lo que era una quimioterapia porque mi madre nunca me dejó que llorara. Por supuesto que fue traumático, doloroso. Pero deben saber que con el amor a Dios y con la unión familiar todo se puede. Uno aprende a luchar así. La enseñanza que les dejo a mis hijas, siempre, es que ante un resultado negativo hay que sacar lo positivo y seguir adelante. Eso, siempre. Es lo que quiero dejar. Es mi experiencia. Se puede salir. El amor, el acompañamiento es lo principal. Yo tuve la suerte y la bendición de que Dios me acompañó. Yo estoy segura de eso. Le agradezco a Dios que hasta mi médico sea mi guía. No estamos solos, somos muchos.


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